Al equipo del Muñeco le tocó una zona
compleja: un histórico como San Pablo y Liga de Quito y Binacional de Perú,
ambos a más de 2.800 metros sobre el nivel del mar. Pero, obvio, tiene con qué
que creer...
Tal vez sea el grupo
de la muerte. Porque hay que ir a jugar a la altura dos veces, porque hay que
enfrentar a un cuco del continente. Aunque en San Pablo, en Liga de Quito y en
Binacional, el campeón peruano, pensarán que es el grupo de la muerte
principalmente porque está el River de Gallardo. O el mejor equipo de América
desde hace años.
De cualquier manera,
se puede imaginar que al Muñeco no le habrá gustado demasiado el sorteo de la
Copa Libertadores, especialmente por un par de viajes bastante incómodos y por
los miles y miles de metros sobre el nivel del mar que suman sus destinos en
Perú y en Ecuador. Como casi siempre: no será fácil. Primero porque el San
Pablo es una potencia en el continente, uno de los pocos equipos
sudamericanos a los que MG no pudo vencer a lo largo de estos cinco años y
medio (empate 1-1 en Núñez y derrota 1-2 en el Morumbí en la Copa 2016 y
0-0 y caída por penales en un amistoso por la Florida Cup en 2017). Un equipo
que tiene a figuras de la talla internacional de Dani Alves, a Alexandre
Pato, a Juanfran y que promete hacer otra inversión multimillonaria para
esta edición de una Copa que ya ganó tres veces. Eso sí, el equipo que le
terminó vendiendo a Pratto a River (y que durante 2019 presionó de manera
exagerada con el cumplimiento de las últimas cuotas de pago) viene de salir
sexto en el Brasileirao, muy lejos de Flamengo.
Tal vez sea el grupo
de la muerte. Porque hay que ir a jugar a la altura dos veces, porque hay que
enfrentar a un cuco del continente. Aunque en San Pablo, en Liga de Quito y en
Binacional, el campeón peruano, pensarán que es el grupo de la muerte
principalmente porque está el River de Gallardo. O el mejor equipo de América
desde hace años.
De cualquier manera,
se puede imaginar que al Muñeco no le habrá gustado demasiado el sorteo de la
Copa Libertadores, especialmente por un par de viajes bastante incómodos y por
los miles y miles de metros sobre el nivel del mar que suman sus destinos en
Perú y en Ecuador. Como casi siempre: no será fácil. Primero porque el San
Pablo es una potencia en el continente, uno de los pocos equipos
sudamericanos a los que MG no pudo vencer a lo largo de estos cinco años y
medio (empate 1-1 en Núñez y derrota 1-2 en el Morumbí en la Copa 2016 y
0-0 y caída por penales en un amistoso por la Florida Cup en 2017). Un equipo
que tiene a figuras de la talla internacional de Dani Alves, a Alexandre
Pato, a Juanfran y que promete hacer otra inversión multimillonaria para
esta edición de una Copa que ya ganó tres veces. Eso sí, el equipo que le
terminó vendiendo a Pratto a River (y que durante 2019 presionó de manera
exagerada con el cumplimiento de las últimas cuotas de pago) viene de salir
sexto en el Brasileirao, muy lejos de Flamengo.
El grupo de River
también es el de la muerte porque es el único en el que hay tres campeones de
Copa Libertadores: Liga de Quito, que la ganó con Bauza en 2008, es
otro rival conocido que presentará la ya clásica dificultad de jugar en los
2.850 metros de altura de la capital ecuatoriana, donde el River del Muñeco
jugó dos veces y perdió las dos: 0-1 contra la Liga por la Sudamericana 2015
(un resultado que, tras un 2-0 en Núñez, le alcanzó para avanzar) y el
recordado 0-2 contra Independiente del Valle en 2016. Este último partido tiene
sus implicancias en la actualidad: el técnico del actual campeón de la CS en
aquella oportunidad era Pablo Repetto, el uruguayo que hoy dirige justamente a
la Liga.
Aunque Repetto no
será el único entrenador que ya conozca muy bien al River de Gallardo: el
coach de Binacional de Perú es el colombiano Roberto Mosquera, otro viejo
enemigo copero. Mosquera fue el deté que complicó a River en 2015 con Juan
Aurich (dos 1-1 en fase de grupos: el último insólito por la cantidad de
llegadas de ese equipo del Muñeco que luego sería campeón) y que también
lo enfrentó en la Libertadores 2017 con Jorge Wilstermann, en aquella serie
inolvidable en la que River revirtió largamente un 0-3 en la altura de
Cochabamba con aquel 8-0 record en el Monumental con un Scocco brillante. La
complicación de Binacional es doble: aunque es cierto que esta es su
primera participación en una Copa Libertadores, viene de salir campeón en
su liga y seguramente será local en los 3.825 metros sobre el nivel del mar de
Juliaca, una ciudad que está a la vera del lago Titicaca, limítrofe con
Bolivia. Y, claro, no es un lugar al que River pueda llegar por un vuelo
directo. ¿Por qué aún no está confirmado que jugarán allí? Porque deben
terminar con las obras de luz artificial requeridas por la Conmebol en el
estadio Guillermo Briceño Rosamedina, donde hace de local: en la última
Sudamericana, por eso, se mudó a Arequipa para enfrentar a Independiente (ganó
el Rojo 2-1 allá y 4-1 acá), donde la altura es de 2.335 metros (River
ya jugó allí, y ganó, vs. Melgar en 2017).
¿Alguna complicación
más? Sí: el primer partido de la fase de grupos, que aún no está definido,
deberá jugarlo sin público por la sanción de Conmebol tras la semifinal de ida
de la última Copa frente a Boca.
Así y todo, la mayor
complicación debería ser para el resto: van a jugar contra el equipo de la
década en Sudamérica.