Como nunca demostraron que pueden ser opción. La idea de un plantel con 50% de canteranos, más cerca...
Creen. Crecen. Y, en este caso, crecer
es poder. El proceso dejó de estar a medias: la meta de Marcelo Gallardo de
conformar un plantel con igual cantidad de canteranos que de futbolistas
contratados en el mercado se encamina a convertirse en una realidad.
En este último año -y
sobre todo, en los últimos 30 días- la participación de los canteranos aumentó.
Y la señal más clara de que el objetivo del CEO de River se aceleró
es que por primera vez en el ciclo quienes ingresan al equipo desde abajo no
son remiendos de ocasión: hoy más que antes, la mayoría ya llega preparado
para, al menos, seguir peleando por un lugar.
Gallardo hizo debutar
a siete futbolistas en el transcurso de su séptimo año como DT de River, apenas dos menos que en su segunda temporada
(2015/16), cuando fueron nueve los de la casa que se estrenaron en la élite.
Sin embargo, lo que varió en el último lustro -y refrenda el progreso del
proyecto- es la participación en cantidad, y calidad, de los egresados.
Los 41 canteranos que debutaron con Gallardo.
Acaso Santiago
Simón reúna los dos ítems: desde su primera vez el 20 de noviembre,
participó de ocho partidos -dos como titular- y aportó una solución en
distintas posiciones del medio. Pero al mismo tiempo existen casos como
los de Tomás Lecanda y Felipe Peña, quienes en sus dos pruebas de bautismo,
ante Boca y -sobre todo- en el histórico cruce ante Santa Fe del 19 de mayo,
demostraron que pueden ser alternativas.
Que estos últimos,
junto a Flabian Londoño Bedoya (aún no debutó) se encuentren en la lista de
buena fe de la Libertadores tiene que ver con la confiabilidad que aportan ante
la coyuntura.
En el mismísimo Súper
existieron también tres pichones que firmaron planilla por cuestiones de
emergencia, pero cuyos exámenes fueron aprobados: mientras que Leo Díaz
fue figura, Daniel Lucero y Tomás Galván dieron muestras de estar aptos para el
reto aunque requieran todavía de un tiempo más en Reserva -al igual
que Tomás Castro Ponce, quien debutó el 28/11- para lograr sus promociones
definitivas: el ideal del DT es que el salto a Primera se dé sin apresurar los
pasos.
Es cierto que la
pandemia forzó una excepción. Aunque Gallardo no empatiza con la idea de
acelerar los procesos de los juveniles y si tuvo que hacerlo fue producto del
brote de Covid que los chicos hayan dado la talla implica un éxito en sí
mismo: puede leerse como un paso más hacia su deseo de equipo híbrido
50/50 entre jugadores de Inferiores y refuerzos. Hoy llega el 40% (13 de 32 en
Copa) y promete aumentar.
Cómo
se explica el éxito
El background de este
proyecto no se ve en el Pay Per View. Las categorías de Inferiores
trabajan bajo una misma idea, respetando el sistema táctico de Primera pero
también la idiosincrasia y conducta que pregona Gallardo: buen trato de pelota
y presión post pérdida en cancha, perfil bajo y actitud profesional afuera.
Ese masterplan ya le
abrió lugar a tres jugadores debutantes en la era MG entre los 11
titulares: Gonzalo Montiel (debutó en 2016) alcanzó los 132 partidos
y se transformó en fija de Selección, David Martínez (2018) regresó
de Defensa y se asentó como segundo central y Julián Álvarez (2018) creció y mudó de piel
para ser un grande: en 69 PJ hizo 16 goles y dio 17 asistencias.
El equipo que se podría conformar con la base juvenil del ciclo Gallardo.
A esos casos se les
deben anexar los de Federico Girotti (2019), quien con ocho goles en
30 partidos ya es segunda opción y cuya permeabilidad a modificar aspectos
de su juego que debía corregir para amoldarse -incorporó el sacrificio- le
permite tener proyección a ser primera.
Detrás está Lucas
Beltrán (2018) como rueda de auxilio de Suárez (16 PJ, un gol) y
también Benjamín Rollheiser (2019; 15 partidos, una asistencia),
aunque su afianzamiento se dilató por una lesión ligamentaria. Y en el proceso
futuro también entran en radar Enzo Fernández -podría regresar en
junio- y Franco Paredes, cedidos en Defensa para ganar rodaje.
La próxima etapa del
proceso será la consolidación de estos talentos para que a futuro, por ejemplo,
no haga falta recurrir tanto a la billetera. También deberá, River, corregir
los déficit en puestos específicos (arquero o lateral izquierdo) donde todavía
la demanda supera a la oferta.
Aunque el análisis en
retrospectiva permite dilucidar que lo que hace siete años asomaba como una
quimera fue transformándose en un logro para el Muñeco. El propio Gallardo
lo contempla dentro de su enorme legado: que el día en el que deje River queden
sentadas las bases.
Porque crecer es
poder.