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River campeón en todas las materias

Se sobrepuso a lesiones y ausencias y terminó dando espectáculo y la sensación de ser un equipo invencible y arrasador.


Hasta se dio el gusto de poner a Leo Ponzio y reemplazarlo para la ovación (Reuters / Agustín Marcarian).

Campeonísimo, Monumental repleto después de mucho, liga local, combo completo en Núñez. Porque cuando el equipo no tuvo doble competencia y no peleó en paralelo un torneo internacional, ganó por KO. Por nocaut.

Es el campeón más cantado de los últimos años, que estuvo muy cerca de igualar un récord de Labruna y que, entre otros detalles, será recordado como el torneo en el que Gallardo se vistió con la corbata de Angelito.


Hasta se dio el gusto de poner a Leo Ponzio y reemplazarlo para la ovación (Reuters / Agustín Marcarian).

Más allá de lo colorido, lo que deja este gran campeón es la certeza de que literalmente es un verdadero equipo. Por dos cuestiones destacadas:

1) La cantidad de jugadores que forman parte de esta campaña. Si cualquiera hubiese planteado ausencias de peso como las de Matías Suárez, Angileri, Enzo Pérez, De la Cruz y más (Montiel, vendido), o como cuando hubo fuga por Eliminatorias, hubiese pensado que era imposible sobreponerse. Pero como el más importante siempre estuvo, Gallardo, fue reinventando paso a paso, hasta metiendo a Enzo Pérez de central o a Ponzio contra Racing. Les dio pista a chicos como Simón y Peña, a Rojas lo potenció de lateral, a Braian Romero le hizo vivir la sensación de meter goles en River…

2) Superando esas bajas circunstanciales y muy importantes, logró reafirmar una sentencia, unánime: el mejor equipo argentino, lejos, juegue quien juegue. Por intensidad, por presión, por mirar siempre el arco de enfrente, por intentar el toque por abajo, por nunca dejar de insistir, por vapulear rivales.



Puro ADN Gallardo, este River irrumpió con todo después de ser vapuleado en la Libertadores. Julián Álvarez se transformó en estrellita, mirado en todo el mundo, y el equipo dio sensación de invencible, aun en aquella noche clave en que quedó con diez frente a Talleres en Córdoba y se lo ganó.

A veces luciendo más, a veces menos, pero siempre con la ilusión de ver un rato de buen fútbol, asociado, de partido entretenido de ida y vuelta, de dar espectáculo, incluso jugando con diversas formaciones insólitas. Eso, más allá del resultado final, es lo que contagia aun más a sus hinchas, que pueden disfrutar a lo grande de un campeón que arrasa y que se identifica con el estilo histórico. 

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