El Muñeco dijo que sólo se quedó con el gol de Suárez, pero que a la vez terminó disconforme con “las formas” que llevaron a River a ganar.
Gallardo, durante el triunfo en el Sur (Marcelo Carroll).
Gallardo no
quedó conforme. No del todo: River ganó, sí. Y eso lo puso contento
porque la victoria 2-1 le permitirá “encarar con un poquito más de margen
los partidos que vienen”. Pero en el análisis minucioso, su equipo no cumplió
con sus estándares mínimos de calidad, con algunas excepciones como la jugada
que derivó en el golazo de Matías Suárez. Una combinación colectiva que se
cerró con una sincronización entre Enzo Fernández y Juanfer
Quintero, autor de la asistencia al cordobés.
Ese oasis de juego
en pleno flujo desértico fue lo que llevó al Muñeco a terminar quedándose con
algo más que los tres puntos. Con un éxito conceptual. “Fue un partido
difícil de jugar, incómodo, con muchos errores...”, observó. “Me voy contento con el resultado pero no
con las formas. Lo único que rescato es la victoria y el gol de Suárez, que
demuestra nuestra jerarquía”, resaltó, valorando ese intento de combinación
que fue ajeno al juego de un River que este domingo careció de la intensidad
constante que acostumbra mostrar y que, por ende, permite doblegar por tensión
a los equipos a los que se enfrenta.
“A
veces no se puede ganar siempre siendo muy superior a los rivales”, planteó Gallardo. Un razonamiento
lógico pero que no deja de tener una doble lectura: esta clase de éxitos deben
ser una rareza y no una regla.
Ahora bien: el
Muñeco también comprende que si River logró ganarle a Banfield ese
partido “difícil de jugar” fue porque encontró una solución en el
banco de los suplentes. El ingreso de Juan Fernando Quintero le quitó
previsibilidad a los ataques visitantes, quitándole referencia al rival. Su
pase delicioso a Suárez avaló la afirmación que el entrenador de River -poco
afín a los elogios individuales- le dedicó después de embolsar los tres puntos
en la noche otoñal del Florencio Sola.
“Juanfer es nuestro
jugador franquicia, siempre de él voy a querer mas continuidad en su juego. El
rol que tiene en el equipo lo entiende muy bien. Yo le exijo más, puede hacer
lo que hace pero con más continuidad. Si me muestra que lo hace con más
continuidad, se pone solo”,
ponderó el juego del #10, quien trabajó para poder regresar del fútbol chino
para recuperar una plaza en ese lugar donde se siente feliz, y con el
entrenador que además lo hizo sentir importante. Es, Quintero, ese
privilegiado que le permite a River quedarse con partidos como el de
este domingo a la noche o el que trabajó para ganarle a Newell’s. Si el
Muñeco abraza su presencia es porque es capaz de darle satisfacciones aun en
pleno disconformismo.
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