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Lo Borré de la cancha


River lo pasó por arriba a Racing de principio a fin, con una actuación marca registrada del equipo de Gallardo en cruces coperos. Por los cuartos, otro clásico: se le viene Independiente.



Yo te presiono. Yo te hago sentir que soy local. Yo te toco y voy a buscar. Yo te paso como un aluvión. Yo sigo en la Copa. Yo tengo a un creativo de otra liga. Yo tengo un arquero ganapartidos. Yo descanso y espero. Yo aguanto. River hace bien en tener el ego tan arriba. Le ganó con autoridad, juego y golazos a Racing y ganó un partido chivísimo, que tenía un clima previo muy picante y ahora tiene que jugar con Independiente por los cuartos de final de la Libertadores.
Las especulaciones previas se fueron todas a la basura. ¿Falta Ponzio? ¿El Zuculinigate los dejó sin un 5 clásico? Gallardo, ese especialista en resolver situaciones críticas, encontró la forma de que los nombres no estuvieran por encima del esquema. Y entonces lo pensó como para que el protagonismo del juego pasara lejos de ese sector de la cancha. Mientras Racing tenía a Centurión peleándose consigo mismo, River le tiró a Racing una presión asfixiante empezando con Borré y Pratto. Provocando el error, llenando de dudas a ese buen proyecto de Renzo Saravia, generando que Orban ya no ofrezca seguridad y que Cardozo perdiera y perdiera la segunda pelota.
En una ráfaga, primero sorprendió Casco por izquierda. Y al toque, el pensante, el pie distintivo de Quintero con uno de esos pases entrelíneas que tanto busca, encontró a Borré, pared con Montiel y éste a un Pratto que se daría el gusto de enterrar esa maldita racha sin goles. Un gol con la velocidad y precisión de un Fórmula 1 contra la reacción de un rastrojero desvencijado...
La urgencia de uno se llama riesgo. Pero más riesgo porque Racing convirtió un tiro libre peligroso en ataque en un regalo llamado contra que River no iba a desaprovechar Otra vez, metió la sexta marcha que tuvo en el primer tiempo y cuando tuvo que pensar, se la dio a Quintero. Que justamente, con su lectura de todo el juego no le dio el pase cantado a Borré porque estaba en offside. Y mientras pensaba qué hacer, Zaracho que volvía a dar una mano a toda velocidad, se llevó puesta la pelota habilitando a Palacios. Clase para definir y a cobrar.
La desorientación de Racing era total por más gritos y señas que intentaba Coudet. River lo perdonó. Gallardo, o Biscay, rearmaron las líneas. Quintero se corrió más por derecha, Nacho por izquierda y entonces quedó con un 4-4-2 que dominó la historia mientras sostuvo la intensidad.
El ingreso de Pol Fernández y las piernas que ya no respondían para tanta presión, metieron a Racing en el partido. Pero se encontraron a veces con Armani sacándole un buen cabezazo a Bou y otras en la que no le cayó la pelota a uno de sus goleadores si no a Nery Domínguez, que le pifió al arco desde el área chica. Y encima, cuando parecía que podía descontar, el incansable Borré inventó el tercero en un centro perdido. 
River cerraba la noche casi perfecta. Al margen de ese final peleado entre los gestos de Enzo Pérez y la reacción de Centurión, el partido ya había tenido un ganador desde el inicio. Ese que plantó bandera y lo ganó de punta a punta. El que lo Borré de la cancha.


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