River arrancó 2020 con una
efectividad total: ganó los seis partidos que jugó y no le pesa la presión de
Boca. Y eso que antes le costaban los comienzos...
Hace algo más de un
mes. 19 de enero de 2020, temprano en el calendario, River inicia
oficialmente su año -nada menos- que ante Independiente con la necesidad de
ganar ese partido postergado para alcanzar a Argentinos Juniors en la cima.
Todo un desafío teniendo en cuenta que en el ciclo de Marcelo Gallardo siempre
le había costado el arranque después de las pretemporadas.
Esta vez no, todo
lo contrario. El apretado triunfo ante el Rojo (2-1 en el
Libertadores) le permitió llegar a la punta y empezar a engranar la
máquina: el Millonario sólo conoce de victorias en este comienzo de año y
en este reinicio de torneo. No importa si Boca gana y obliga, si el rival
de turno viene de una racha positiva o si el Monumental no está en las mejores
condiciones para el juego de este River. El equipo de Napoleón va, hace lo suyo
como si de un trámite se tratara y espera el resto de la semana mirando a todos
desde arriba.
Después de la
visita a Avellaneda, le tocó nuevamente como visitante ante Godoy Cruz y fue
ampliamente superior ante el último del campeonato a pesar del corto 1-0
del resultado. El primero de 2020 en casa fue una muestra de carácter: 2-0
ante Central Córdoba con uno menos durante casi 80 minutos por la roja a
Paulo Díaz.
Unión lo complicó
más de la cuenta. Con el peso de que Boca había ganado el día anterior y
compartían la punta, a River le costó el inicio en Santa Fe, empezó
perdiendo y lo ganó por el peso de la jerarquía de sus futbolistas. De esos
partidos que ganan campeonatos. El de Banfield fue distinto; el equipo
mostró un control total del partido, dispuso de varias chances pero otro corto
1-0 lo hizo sufrir hasta el final.
Contra Estudiantes
parecía el partido más chivo de la recta final del campeonato. Porque el
Xeneize nuevamente ganó y le pasó toda la responsabilidad a los de Núñez, y por
el rival que había en frente en su nuevo estadio. Y al Millo le costó porque la
presión del equipo de Milito hacía efecto, hasta que a los 21 minutos Borré
rompió el cero y le devolvió la calma y el dominio al equipo, que lo liquidó en
el segundo tiempo.
Un arranque al 100%, con
la obligación de no fallar ni tropezar para poder conseguir ese hueso que aún
no pudo morder River desde que está el Muñeco sentado en el banco. Con
esta efectividad, el título local sólo depende de los de Núñez.
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