"No sé si será mi último
superclásico en la Bombonera"
Ponzio, la bandera de River en los
superclásicos coperos de los últimos tiempos, podría jugar por última vez en La
Boca, donde siempre sacó pecho: aunque tiene contrato hasta junio de 2018, el
león del medio no descarta colgar los botines en diciembre: “El cuerpo va
pasando factura...”.
¿Cómo es un
superclásico sin Leonardo Ponzio? Los hinchas de River ya no se acuerdan. Los
de Boca seguramente tampoco. Ponzio es el León que ya pasó a la historia en
esta clase de partidos, que eliminó a Boca de dos Copas consecutivas, pero que
es también historia viva, porque este domingo volverá a sacar sus garras en la
Bombonera. ¿Por última vez? “No sé”, contesta el 23. Puede que sí, puede que
uno de los grandes símbolos de este River multicampeón se vaya con Gallardo en
diciembre, que cuelgue los botines. Sí, Ponzio tiene contrato hasta junio del
año que viene, pero su decisión no estaría necesariamente atada a la vigencia
de su vínculo. Y en todo caso, si éste fuera el último de los clásicos en La
Boca (en la Copa este año ya no podrá cruzarse por obvias razones), en la
cancha no se va a notar: porque Ponzio juega todos los clásicos como si fueran
el último. “Yo siempre pienso a corto plazo. Tengo contrato hasta junio del año
que viene, pero pienso en corto porque siempre digo que voy semestre a
semestre. Por ahora estoy disfrutando de mi última etapa como jugador y
preparándome para el día de mañana. Desde afuera parece que puedo seguir
jugando mucho tiempo porque se ve de otra manera, je. Pero el cuerpo va pasando
factura y cada vez cuesta más recuperarse. Ojalá sepa cuándo parar, que cuando
el de arriba no me sostenga más pueda saber cuándo dejar de jugar”, contó al
respecto el capitán de mar y guerra de Napoleón, el volante central que de a
poco empieza a pensar en el futuro fuera de las canchas, acaso en el campo,
jugando al polo o por qué no en seguir “ligado a River” porque es el lugar con
el que más se identificó, donde vivió los mejores años de su carrera.
Ponzio es la
bandera que por ahora tiene este equipo para ir a jugarse paradas bravas como
la de este domingo, un partido que puede definir el campeonato a favor del
rival de toda la vida o complicárselo tanto que hasta el propio River podría
peleárselo mano a mano. E ir con Ponzio a la Bombonera es una tranquilidad, es
saber que a tu equipo no lo van a pasar por encima en actitud, en sacrificio.
Por algo al día de hoy el mismísimo Mauricio Macri se arrepiente de no haberlo
llevado a Boca durante su presidencia y lo contó públicamente. “Ya se sabía que
en su momento me había querido Boca y no se dio. No tengo más que agradecerle
que se haya fijado en mí y es un orgullo que el presidente hable de eso, pero
ahora ya no hay vuelta atrás porque estoy muy identificado con River”, responde
a la altura. Y sí, cómo no lo va a querer Macri si Ponzio es sinónimo de ganar,
si tiene un máster en clásicos, si ya jugó 30 entre oficiales y amistosos y
tiene el historial a su favor. El tipo conoce de esto: “Los clásicos siempre
son partidos especiales, diferentes a todos los demás, en los que realmente no
importa cómo llegue cada uno. Hay que estar muy concentrados y tratar de seguir
haciendo las cosas como venimos hasta ahora”, dice el capitán que ve bien a su
equipo, que cuenta con “la virtud de tener la posesión de la pelota” y que
todavía muestra su mayor dificultad cuando defiende, “porque nuestra propuesta
hace que queden muchos espacios y aunque lo fuimos corrigiendo, todavía hay
cosas por mejorar: si no nos convierten tenemos delanteros que en cualquier
momento pueden llegar al gol”.
El domingo puede
ser más especial. Puede ser el último en ese rodeo ajeno que es la cancha en la
que hace dos años le tiraron gas en los ojos. Y puede ser el partido que marque
un antes y un después en el torneo, porque “si ganamos vamos a achicar la
diferencia, sin volvernos locos porque todavía falta, pero sería importante
ganar, lo necesitamos para poder seguir peleando el campeonato hasta el final”.
Ahí va a estar él de nuevo, como siempre. Como nunca.
