River nuevamente jugó mal como
visitante y perdió 1-0 frente a Lanús, por la fecha 15 de la Superliga. Sin
desequilibrio individual ni puntería en las pocos chances de gol, el Millonario
sufrió su quinta caída consecutiva fuera de casa en lo que va del torneo.
La pelota no tiene
un destino claro. Va de acá para allá. A veces de forma prolija; en otras
ocasiones, pidiendo permiso entre las piernas rivales, suplicando un arribo
exitoso al compañero elegido. Y cuando eso ocurre, todavía restan varios metros
para pisar el área rival, con muchos adversarios por delante, distribuidos de
manera ordenada. Nadie ofrece soluciones reiteradas, nadie pone dos o tres
pases filtrados para lastimar, nadie aporta un tiro de media distancia para
resolver un avance sin rumbo. Ninguno enloquece a la defensa de enfrente como,
por ejemplo, sí lo hace Lautaro Acosta. Así está River, padece un desconcierto
futbolístico, por momentos no sabe qué hacer con el balón. Ganó ante Olimpo,
peor exhibió esa misma imagen durante el primer tiempo. Lo propio sucedió
contra Huracán. Y esta noche, con apenas un gol señalado por Alejandro Silva,
luego de una atajada de Franco Armani ante un remate cruzado del mencionado
Acosta, al Granate le alcanzó para obtener los tres puntos.
Si bien Marcelo
Gallardo mantuvo a la misma línea de volantes que ocho días atrás, esta vez
optó por cambiar de costados a Gonzalo Martínez e Ignacio Fernández, quienes
actuaron por derecha e izquierda respectivamente. No fue suficiente porque el
Pity careció de socios para ser punzante, mientras que Nacho profundizó su bajo
desempeño de encuentros anteriores. Enzo Pérez manejó la pelota sin opciones de
pase que pudieran allanar el camino cerca del arco local. Tantas limitaciones
tuvo River que su posibilidad de gol más clara surgió cuando Leonardo Ponzio
realizó un quite en la salida de Lanús y abasteció a un Ignacio Scocco de
resolución deficiente, elevada, a escasos metros de la red. Podría haber sido
el 1-0 parcial en favor del Más Grande, pero la puntería resultó un rubro en
deuda, razón por la cual todo se hizo cuesta arriba. Nacho esta vez no estuvo
iluminado. Tampoco Lucas Pratto, cuya titularidad pasó inadvertida en el campo:
apenas un cabezazo bastante desviado.
Lo poco rescatable
de River se vio cuando el Muñeco decidió sacar a Fernández y Pérez para darles
pista a Rodrigo Mora y Juan Fernando Quintero desde el inicio de la segunda
parte, armando un 4-3-1-2. Mientras el uruguayo exigió dos veces al arquero
Esteban Andrada, pese a ser volante-extremo por derecha, el colombiano aportó
criterio en su función de enganche natural. Sin embargo, ambos no hallaron
contagio de los demás. Ni siquiera el Pity estuvo incisivo como en otras
oportunidades. Lanús, bien ordenado, con un 4-3-3 para contragolpear o atacar y
un 4-1-4-1 compacto para defenderse, superando la línea del balón y recortando
lugares, controló los intentos del Millonario. "Estamos tomando malas
decisiones y, a partir de ahí, confundiendo los caminos", analizó
Gallardo, tras una nueva caída, la quinta consecutiva en condición de visitante
por la Superliga. Una evaluación realista, sincera, a la que deberá buscarle
soluciones. Es que River, además de no saber qué hacer con la pelota durante
varios lapsos de un partido, tampoco logra generar espacios para facilitar cada
búsqueda. La tabla de posiciones lo encuentra 19°, lejos de la zona de
clasificación a la Libertadores.
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