River sacó su mejor repertorio y en
el Monumental hubo imágenes que se mezclaron con las del Bernabéu.
Ah bueno... ¿Es
verdad lo que jugamos? Una máquina River. Aplastante, demoledor, superior. El
típico partido del River del Muñeco, avasallante. Parecía un partido de
Copa, de dientes apretados, con una concentración de grandes jornadas. Eso lo
generó el Racing puntero. Un muy buen equipo que les ganó a casi todos y que
tuvo la mala suerte de cruzarse con este River.
Un River dominante,
que se lo llevó puesto y que encima contó con el 10 inspirado. Juanfer
empezó a ganarlo con ese golazo espectacular de tiro libre pero ya lo
había empezado a ganar antes, cuando le metió esa daga en el corazón a la
defensa de Racing que Borré no pudo cristalizar. Después de ese teledirigido
que se metió en el ángulo, River sacó el repertorio del campeón. Toque, triangulación,
dinámica, escaladas por los laterales, coronó con el gol de Casco, que más allá
de los rebotes se lo merecía. Y fue carnaval, fiesta, delirio, se
mezclaban las imágenes del Monumental y del Bernabéu, la presencia, la
autoridad, el respeto de los rivales a un equipo que jugó serio y siguió
jugando serio, dejando la piel en la cancha, quedando heridos varios soldados
incluso durante la batalla.
Nacho, Enzo y
Palacios marcaron el tono del juego, dominantes, para presionar y para jugar y
arriba el Oso directamente dio una clase magistral, bajó todas las pelotas,
asistió de cabeza y de anticipo, aguantó, abrió a un costado y al otro, tocó y
fue a buscar, presionó al cinco rival, manejó las contras con sabiduría...
Todas. Armani, habitual sombra negra de Chacho, casi no tuvo que intervenir.
¿Habrá sido el partido perfecto? Tranquilos, a no cebarse. El año recién
empieza y hay que cuidar las piernas. Salud, campeón.
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