El Millonario tuvo una noche en la
que nada le salió bien y cayó 3-0 frente a un Jorge Wilstermann efectivo en
ataque, pero que sufrió demasiado porque el equipo de Núñez generó varias
situaciones de gol en el segundo tiempo. La revancha será el próximo jueves,
desde las 19.15, en Núñez.
La diferencia fue
exagerada e injusta. De ninguna manera reflejó lo ocurrido durante el partido.
Sin embargo, resultó un golpe duro, difícil. Un golpe que dejó a River cerca
del nocaut en la tan deseada Copa Libertadores de América. Todavía está latente
el shock por semejante resultado adverso, inesperado para el más pesimista de
los hinchas del Millonario y también para el de mayor optimismo entre los
simpatizantes de Jorge Wilstermann.
A RIVER LE SALIÓ TODO AL REVÉS Y
SUFRIÓ UN GOLPE CADA VEZ QUE QUISO LEVANTARSE
¿Cómo se explica
este panorama? Hay que empezar por el principio mismo del encuentro, debido a
que apenas cuatro minutos bastaron para que el conjunto boliviano abriera el
marcador a través de Edward Zenteno, tras el cuarto tiro de esquina consecutivo.
Ese revés tan temprano condicionó las circunstancias y potenció la confianza
del Aviador. Más allá de eso, River desperdició algunas posibilidades claras y
las pagó nada menos que en su arco, un cóctel letal en una serie de eliminación
directa.
HUBO MUCHAS IMPRECISIONES TANTO EN
EL CIRCUITO OFENSIVO COMO EN LA DEFINICIÓN
Si bien es cierto
que los 2.582 metros sobre el nivel del mar que hay en estadio Félix Capriles
causaron pequeñas dificultades, de ésas que conocen los jugadores y no se
pueden observar a simple vista, la realidad indica que el Millonario tuvo una
pésima noche en materia de aciertos. Le salió todo al revés. Cuando reunió
méritos para llegar al empate, recibió el segundo gol; cuando estuvo a punto de
un descuento útil por lo que implica el tanto en condición de visitante,
Wilstermann le respondió con el 3-0 definitivo.
CUANDO EL EQUIPO ESTUVO A PUNTO DE
DESCONTAR, CARECIÓ DE PUNTERÍA O CHOCÓ CON EL ARQUERO RAÚL OLIVARES
El fútbol, tan
lindo siempre, es cruel en el rubro merecimientos: si no hay contundencia,
generalmente se paga. No importa cuáles sean los argumentos expuestos ni
tampoco la jerarquía. River, de flojo primer tiempo, se fue al descanso en
desventaja y asumió el protagonismo durante todo el complemento. Gonzalo
Martínez se puso el equipo al hombro como nunca, dejando de lado esa versión
muy desequilibrante para ser un conductor nato e imparable, aunque sus
compañeros jamás alcanzaron la sintonía fina.
PITY MARTÍNEZ TUVO UNA GRAN
ACTUACIÓN, PERO SUS COMPAÑEROS NO PUDIERON APROVECHARLO
Las ausencias de
Lucas Alario y Sebastián Driussi quedaron al desnudo. Mientras Rafael Borré
cayó tres veces en offside y se mostró impreciso, Ignacio Scocco tuvo un
compromiso enorme, pero falló en una ocasión inmejorable, con el arco
desprotegido, y vio ahogado su grito de gol cuando el brasileño Alex Silva
rechazó en la línea. El otro Nacho, Fernández, fue de menor a mayor:
desconocido en la etapa inicial, creció en la segunda parte. Aun así, el
ex-Gimnasia tuvo un destino similar a Enzo Pérez: lo bueno que hicieron quedó
opacado.
Ahora hay que
revertir nada menos que tres goles en casa. River no registra un antecedente
así en copas internacionales bajo ninguna condición. Como si fuera poco, en el
afán por igualar la serie o darla vuelta, no debe recibir un gol para impedir
que la cuenta obligue a un 5-1 insostenible para los corazones de todos. La
hazaña tiene que ser superior a cualquier antecedente del Más Grande, quizás
sea un desafío para un grupo con varios nombres multicampeones.
BARCELONA-PSG PUEDE SERVIR COMO
VIDEO MOTIVACIONAL PARA LA REVANCHA
De ninguna manera
es imposible. La sabiduría táctica y estratégica de Marcelo Gallardo es capaz
de guardarse un capítulo para la historia, al estilo Barcelona-PSG. Tal vez ese
video aparezca como mensaje motivacional en las entrañas del vestuario Ángel
Labruna. Por lo pronto, el River ineficaz de esta noche tendrá que dar un giro
de 180 grados el próximo jueves, en el Monumental. Allí 60.000 fanáticos
alentarán como siempre, esperando un milagro que puede tomar forma si aparece
un gol temprano para alimentar la ilusión.