Con momentos de buen fútbol, River
mostró los dientes y las formas que quiere Gallardo Así ganó bien un partido
que perdía desde el primer minuto.
Este es el famoso
River, el famoso River Plei. Sí, apareció el fútbol, el equipo que pretende
Gallardo, por funcionamiento colectivo, brillo individual, actitud y mentalidad
ganadoras. La combinación perfecta de todas esas virtudes fue la jugada del
segundo gol, con Pinola rompiendo líneas desde el fondo, De La Cruz como
conector preciso e inteligente y la zurda mágica del Pity Martínez (con previa
asistencia del defensor pelado) para hacer emocionar al Monumental. Por la
ilusión que genera el momento a horas de los cuartos de final de la Copa, por
el inevitable recuerdo del gol de Pisculichi a Boca (Sudamericana 2014) y por
la satisfacción de los hinchas de que hay vida después de Alario.
El agua caída
durante todo el fin de semana amenazó con arruinar el domingo de los fanas
millonarios. Encima, el cabezazo de Civelli al minuto de juego fue como una
tormenta de granizo para el equipo, que en los minutos posteriores se mostró
demasiado acelerado, impreciso y sin poder hacer pie en el medio,
principalmente porque a Rossi no le daba la nafta para cubrir los enormes
espacios que quedaban a espaldas del trío creativo del Muñeco. Con la movilidad
habitual del Pity, la desfachatez y la personalidad de De La Cruz para vestirse
de conductor alrededor de Enzo Pérez más la jerarquía de Scocco y Pinola, la
lluvia se terminó transformarlo en agua bendita para River.
Banfield nunca
logró escapar de su sencillo libreto de buscar a Mouche y Cvitanich con
pelotazos o de intentar punguear algún tiro libre en los alrededores del área
como única alternativa de lastimar a Lux. Aunque en el segundo tiempo ya Enzo
se había hecho patrón del medio para manejar la pelota y los tiempos, el Pity
se divertía tirando lujos y Scocco se relamía esperando su oportunidad. Con el
ingreso de Nacho Fernández, el panorama se aclaró aún más y chau partido.
Incluso, hasta se quedó corto el resultado.
Ganar, gustar y
golear es el mandato del paladar negro de la casa y River arrancó el tornero de
local cumpliendo los requisitos que exige la historia. El equipo encontró el
camino en el momento oportuno, modificando la forma de juego según las
características de los intérpretes, porque Scocco necesita la pelota a ras del
piso y la electricidad De La Cruz -en combinación con el Pity- le encaja
perfecto. Porque Enzo se empieza a sentir importante desde la recuperación de
confianza y ritmo de competencia. Porque el 10 ya no es el único responsable de
desequilibrar. Y porque Scocco, aunque haya sido de penal, cumple con su rol de
goleador.
Gallardo les había
pedido paciencia a la gente y su enésima reinvención empezó a brindar señales
que ilusionan. El bautismo del equipo fue con agua bendita.
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