No lo ayuda ni el barba...

La falla del zaguero en su debut justo contra Boca alimenta la necesidad de que se afirme un ladero de Maidana. Pinola fue titular apenas llegó, pero todavía tampoco brindó las garantías esperadas por el DT.

 Difícilmente haya comprado el diario de ayer para guardárselo como recuerdo. Por el contrario, Alexander Barboza querrá olvidarse lo más pronto posible de lo que fue su debut en River, ese sueño que tenía pendiente y que tanto le costó cumplir. Es que el defensor central quedó escrachado en la jugada del gol de Boca en San Juan, después de perder la marca a Junior Benítez en la corrida que terminó en otra falla en la jugada del 0-1, la de Germán Lux. En definitiva, se trató de una jugada que conspiró contra el ex Defensa y Justicia y su búsqueda por ganarse un lugar en una zona en la que Gallardo tiene a mano varias opciones pero por ahora ninguna ha brindado las garantías necesarias.

A diferencia de lo que sucede en el ataque, donde las partidas de Driussi y Alario dejaron un agujero tamaño cráter, en el fondo la cuestión no pasa por la falta de variantes sino por la ausencia de rendimientos sólidos y regulares. Por eso Maidana, el soldado Ryan de MG y que potencia a sus acompañantes, aún no tiene un ladero firme en la zaga central como para comenzar una simbiosis. Sucede que si bien Javier Pinola llegó y rápidamente el Muñeco lo puso al lado de Jony, el ex Central todavía no muestra las virtudes que lo llevaron a ser uno de los convocados de Jorge Sampaoli y por las que River desembolsó 3.000.000 de dólares. Por caso, en el debut de la Superliga ante Temperley fue el punto débil de la defensa: perdió más de lo que ganó en la marca y en los anticipos. Por eso su partida a la Selección por la doble fecha de Eliminatorias le abrió una chance inmejorable a Barboza en el superclásico, tal vez no para arrebatarle de una el puesto pero sí para comenzar a ponerle las cosas difíciles a Gallardo a la hora de tener que elegir. Pero lo cierto es que su estreno absoluto y como titular fue torcido, negativo. Y en definitiva se transformó en otro dolor de cabeza para el entrenador, que no puede encontrar paz en ninguna de sus líneas.

De esta manera, no lo ayuda ni el barba...