Scocco quiere dejar otra marca
histórica en el club del que es fana y Sand busca más gloria en Lanús amargando
al equipo que lo formó.
Con el gol bajo el
brazo. Así, crecieron Ignacio Scocco y José Sand, los goleadores de River y
Lanús. Ambos estuvieron ligados a la Banda desde purretes: Nacho desde el
fanatismo por herencia familiar y Pepe defendiendo esa camiseta en las
Inferiores, donde se convirtió el máximo goleador juvenil de la historia del
club (con 138 goles) hasta que Federico Andrade lo superó en 2011. Hoy en el
Monumental, los dos están ante uno de los partidos más importantes de sus vidas
porque son los jugadores más decisivos que tienen Gallardo y Almirón,
respectivamente, para dar un paso crucial más hacia el sueño de la Copa
Libertadores.
Claro que el 11
millonario (en la Superliga usa el 32) y el 9 granate encaran el desafío con
una perspectiva tan adversa como la rivalidad que habrá entre ellos en la
cancha. El ex Newell’s persigue su anhelo de levantar el trofeo más preciado
con los colores que ama El ídolo de Lanús, además de disfrutar del presente
histórico del equipo del Sur, se ilusiona con amargar una vez más a River para
seguir sacándose la espina de no haber podido triunfar en el club que lo formó,
más allá de que él asegure que “no odio a River”.
De todos modos, los
antecedentes de Sand generan rechazo de los hinchas de River, sobre todo porque
el delantero le ha hecho gestos a la gente en el Monumental y por la forma en
que grita sus goles ante el equipo de Núñez: con Lanús le hizo tres (en el
Apertura 2007, Clausura 08 y Supercopa 2017). Por eso, el hombre de 37 años que
lleva 102 goles en el Grana es la bestia negra (Negro en este caso, como otro
de sus apodos) de Gallardo, Lux, Maidana, Ponzio y compañía.
Obviamente, Scocco
provoca el mismo temor, o más, en Lanús, porque tiene un promedio de gol de
0,84 en el equipo del Muñeco, disimuló la pérdida de Alario, metió cinco en el
histórico 8-0 a Wilstermann y es la príncipal carta ofensiva de Napoleón (y
única en ese posición puntual).
El gol está en sus
pies. El triunfo también. Scocco-Sand es una semi de Copa aparte. Un peligro de
gol.