El Beto Alonso rememora el triunfo
histórico del equipo del Bambino Veira, su gol con la pelota naranja a Gatti y
la vuelta olímpica en la Bombonera. Hoy se cumplen 34 años de ese superclásico
inolvidable.
Beto
dejó una marca imborrable con la 10 de River. Y también hizo historia en la
Bombonera. FOTO: MARCELO CARROLL
Basta una pregunta.
Apenas una.
-¿Sabés de qué se cumple un aniversario hoy, Beto?
-¡Sí, obvio! Se
cumplen 34 años del superclásico del 86, el de la pelota naranja. ¡Mirá si me
voy a olvidar! Lo recuerdo con mucha alegría...
Norberto Osvaldo
Alonso, como todos en estos días, se queda en casa. Pero hay ocasiones en la
que pareciera que está viviendo en la de otros, los primos. De hecho, ya está
allá. “Me acuerdo que cuando entramos a la Bombonera cayó una barra de
hielo arriba del micro. Pensaban que nos iban a amedrentar. Nos metimos en el
vestuario y organizamos cómo dar la vuelta. De arriba nos tiraban de todo y ya
al entrar yo me iba puteando con los alcanzapelotas, que eran de la barra. Hay
que tenerlos bien grandes. Nosotros dimos esa vuelta olímpica por todos los
hinchas que habían ido a La Bombonera a ver al equipo, No los podíamos
defraudar”.
-Presiones no les faltaron...
-No. Me acuerdo de
cosas como el telegrama para que no diéramos la vuelta olímpica. Nosotros nos
reunimos en la habitación del Cabezón Ruggeri y votamos dar la vuelta. Ya
habíamos ganado el campeonato, no sé por qué no la podríamos haber dado. Eso
sí, sacamos a los dirigentes y al cuerpo técnico porque no queríamos
comprometerlos: lo debíamos resolver los jugadores. A mí me iban a sacar con
las patas para adelante de la cancha de Boca, pero yo iba a dar la vuelta
olímpica. Aquel era un equipo que iba al frente en todos lados, lo digo con
mucha admiración.
-Los hinchas de Boca estaban enardecidos.
-Sí, sobre todo por
lo que se había hablado en la semana. ¿Cómo no la íbamos a dar? Nunca estuvo en
discusión: la íbamos a dar sí o sí. Ellos pensaban que nos íbamos a cagar, pero
ese equipo no se cagaba.
-Vuelta olímpica, una pelota naranja, doblete tuyo. ¿Alguna vez
soñaste con un superclásico en cancha de Boca tan pero tan especial?
-No, la verdad que
no. Ese tuvo varios ingredientes, como lo son la pelota naranja, la vuelta y
mis dos goles. Igual, yo siempre iba a cancha de Boca a intentar ganar. Como en
el 75, que los derrotamos 2 a 1 con un gol mío y otro de Morete. Les dimos un
baile… Pero el del 86 fue el clásico soñado. Y tuvo la jugada soñada:
llega el centro de Alfaro por una falta al Negro Enrique, entro por atrás
de todos los defensores y con la frente la clavo en el segundo palo. Perdieron
las marcas y yo dije: “Chau, murieron”. Y después, viene el tiro el libre,
que Morresi me lo intentó discutir... Le pego y rebota en la muñeca de uno
en la barrera (NdeR: Roberto Passucci) y se mete. Iba al ángulo.
-¿Cuándo te enteraste que se iba a jugar el primer tiempo con la
naranja?
-El martes anterior
Gatti había ido a hablar con Héctor Querido, que trabajaba en adidas y era
un hincha de River mal. Como estaba contratado por la marca, yo iba a buscar
ropa y Querido me dice que se iba a jugar con una pelota naranja. Se lo
había pedido Gatti, porque por los papelitos una blanca no la iba a ver:
el Loco había jugado en Rusia un partido con nieve y le quedó. Y yo le dije a
Querido que se quedara tranquilo, que la naranja tampoco la iba a ver. Y
se dio la tarde soñada...
-¿Fantaseaste con hacer un gol ahí?
-Eso no. Yo iba
bien de cabeza. Cuando perdieron la marca, chau. Ruggeri me quería abrazar
y yo me quería besar la camiseta y gritarlo bien fuerte. Lo grité con mucha
bronca ese gol, por todas las cosas que hicieron. Me importaba nada si me
tiraban algo: es más, no sé si me tiraron. Yo quería trepar el alambrado,
meterme en la tribuna y abrazar a todos los hinchas de River que habían ido.
Estaba muy emocionado.
-¿Fue el más especial de tu carrera?
-Por cómo se dieron
las cosas fue uno de los partidos más especiales. Pero todos los goles que
le hice a Boca fueron especiales.
-¿Te divertías contra ellos?
-Sí, la verdad era
el partido que nunca me quería perder. Sabíamos cómo jugarle a Boca desde
Inferiores. A veces venían y me pegaban una patada. ¿Quién me iba a pegar
una patada? Yo venía de Los Polvorines, de jugar con los grandes, por
plata. ¿Me iba a cagar contra estos muchachos? Naa, no me cagué en ningún
estadio.
-Algunos chicos recrean tu gol, se compraron la camiseta naranja
especial…
-Eso me mueve,
lógico. Me gusta porque a los chiquitos de River los papás le cuentan lo
que hice, porque la tecnología no me ayudó para nada. Por suerte puedo contar
muchos goles, y muy lindos.
-¿En qué lugar de tu vida futbolística ponés a este
superclásico?
-Y, está entre los
grandes partidos que tuve. También hubo especiales con la Selección. A veces no
son sólo goles. Me gustaba hacerlos, lógico, pero también que mis compañeros
los hicieran, como Alzamendi al Steaua en la Intercontinental. A Morete, Más,
Luque y muchos más... A varios les hice hacer goles. Me hacía feliz. Debían
estar atentos porque yo en algún momento sacaba algo de la galera.
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