Diego
Peretti, hincha de River, actor y psiquiatra, analiza los efectos post Madrid y
considera que en el descenso se comenzó a construir este presente: “La historia
metió a River en el barro”.
"Mientras
esto dure, hay que pasarla bien", reflexiona Peretti (Clarín)
El Indio Solari
puede esperar. Diego Peretti responde el WhatsApp de Olé y
accede rápidamente a la charla telefónica. “Justo me agarras leyendo su
biografía”, se sincera. Se trata del libro “Recuerdos que mienten un poco”, una
antología de memorias que el cantante/mito de Los Redonditos de Ricota
intercambió con el escritor Marcelo Figueras. Pero el título de la bio no es
compatible con su lector: él reconoce que “no se me escapa ninguno” de los
goles de Messi ni de Maradona. Que, además de “dormir bien, hacer ejercicio,
escuchar música y escribir” durante el aislamiento obligatorio, también mira
circunstancialmente algún video de YouTube de “Pelé, Di Stéfano, Cruyff, Beckenbauer
o Sívori”, porque son jugadores “que no pude ver mucho”. El resto está guardado
en su pendrive mental. Incluyendo a los del equipo de Marcelo Gallardo.
“Extraño ver
fútbol, no sólo a River”, se sincera. “Extraño ver la Liga española, la inglesa
y sobre todo, la nuestra. El domingo a domingo es como un hecho cultural muy
folclórico, muy arraigado en nuestra sociedad. Cuando no se juega, se nota. No
es que me provoque depresión pero sí siento que falta algo. Lo tengo muy visto.
Miro los partidos y enseguida sé cuándo vienen los goles. Tengo memoria
visual”, confiesa el actor y psiquiatra de 57 años, quien además es -recontra-
hincha de River.
-Desde tu lugar de
hincha pero a su vez desde tu formación profesional, ¿cómo analizás el ciclo
Gallardo?
-Uno
de los recuerdos más grandes que tengo fue el haber ido al Monumental en la
semifinal de la Sudamericana 2014, el día que Barovero le sacó el penal a
Gigliotti, el del gol de Pisculichi… Fui invitado al palco de honor, en donde
estaban entre otros Amadeo Carrizo, al que le vi extender esas manos, y me
impresionó… Aquella noche el estadio estaba como nunca. Y creo que ese
día, en la época de Gallardo, se provocó un giro. No sólo contra Boca, sino en
general. River comenzó a tener una estirpe copera que hasta ese momento no
había tenido, a pesar de que ya había ganado dos Libertadores. La estirpe
tiene que ver con un equipo que es más sólido a nivel internacional, y eso lo
hace histórico. Gallardo lo colocó ahí. Eso lo que yo más agradezco haber vivido.
Porque era la única asignatura pendiente de River.
-¿Te referís a ser
copero?
-Sí.
Siendo hincha, River es parte del costado del fútbol argentino que más me
gusta. El del juego bueno, el de la gambeta, el del toque, de la elaboración.
Boca folcloricamente tenía otra historia: el barro, la garra, el
espíritu. El equipo de Gallardo logró eso que nos faltaba. Que siempre
estuvo en Boca, en Estudiantes, incluso en Independiente. Esa fortaleza del
fútbol en bloque, donde lo más importante es el grupo, es marca registrada de
Gallardo y nos está haciendo alegres a todos los hinchas.
-Para eso, también,
hubo una especie de laburo psicológico de parte de Gallardo. ¿Creés que eso
influyó para alcanzar este cambio de paradigma?
-En
psicología todo lo que funciona bien y lo que funciona mal tiene sus
circunstancias. Y está determinado por la historia. A mi criterio, Gallardo es
la continuación o el final de la recuperación iniciado por Almeyda luego del
descenso, que fue seguida por Ramón Díaz y finiquitada por el Muñeco. River
tuvo que sufrir como institución para llegar a ser copero. No estaba
acostumbrado a embarrarse. Y la historia lo metió en el barro. Eso generó
un vestuario con mística. Gracias a los Cavenaghi, a los Trezeguet, a los
Maidana, a los Ponzio... Ese fue el embrión que hicieron crecer los técnicos
que vinieron después y que tuvieron a su vez un pasado en River.
-O sea que el éxito de
hoy comenzó a construirse después del 2011.
-Digamos…
La constelación histórica como institución a River lo llevó a la B. Y de la B
salió con una fuerza que no había tenido. Un gran fortaleza de espíritu. Y bien
guiado por técnicos que conocían el club, por eso son tres entrenadores que
vienen de la cantera e hicieron su carrera en River, que nacieron en River. Lo
de Gallardo es la culminación de ese trabajo. Lo de él es más relevante porque
estuvo más años. Pero creo que los dos técnicos anteriores tuvieron una
responsabilidad grande.
-¿Creés que lo que le
ocurrió en la final de Madrid puede generar un efecto similar pero en Boca?
-Si
lo procesan bien, seguro. Espero que no lo procesen, ja. Creo que lo harán
porque son deportistas, porque son gente de fútbol, que conoce la derrota.
Ahora bien, Boca quedó extremadamente dulce y bailando sobre laureles después
de las Libertadores, de los ciclos de Bianchi y de Basile. Por ahí le cuesta
encontrar el rumbo porque en el fútbol, como en cualquier deporte, después de
muchos éxitos se necesita un gran baño de humildad. Estar abajo. El golpe
de Madrid, si lo saben procesar, va a ser movilizante. Esperemos que cuando se
despierten estemos a la altura.
-¿Aún
lo notás golpeado?
-Sí,
¿cómo no va a estar golpeado? El torneo que ganaron creo que ayuda en parte a
cicatrizar esa herida, que va a estar siempre como la nuestra del descenso.
Pero, a ver: en un taxi, en un camarín, en una farmacia o en un colectivo,
cualquier hincha de Boca a River le decía “gallina”. Eso se terminó. Queda el
bostero y gallina como un apodo, como un alias, pero no como algo que titula,
que caracteriza la actualidad. Hoy si un bostero te dice “ustedes son
gallinas”, queda un silencio…. Es un argumento que cae en un vacío.
-River se hizo
respetar.
-No
sé si se hizo respetar. Boca tuvo que silenciar un poco ciertas cargadas
porque quedaron fuera de tiempo. Eso ocurrió.
-Siendo memorioso pero
a su vez analítico, ¿Gallardo superó a Labruna?
-En
títulos nacionales, no. Angelito tiene una cantidad de logros que ya ni me
acuerdo. Pero a nivel internacional, sí. Labruna, recuerdo, era un técnico para
nada táctico pero sí un gran elegidor de jugadores. Es un prócer para River.
Gallardo, en cambio, todavía está escribiendo la historia.
-¿Cómo debe trabajar
el fana de River el miedo a que todo esto se termine?
-Cualquiera
le tiene temor a la muerte. Pero hay que vivir el presente. No sirve de nada
saber que esto se terminará. No te quepa ninguna duda de que alguna vez se
acabará todo esto, y que después va a ser difícil encontrar a un conductor y a
un equipo represente tanto a la gente como éste. Pero mientras esto dure,
hay que pasarla bien.
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