Con la Mística intacta
El Millonario sufrió frente a
Guaraní, pero logró ponerse 1-1 y, tras el 2-0 en Paraguay, se clasificó a los
cuartos de final de la Copa Libertadores de América. Ahora espera por Jorge
Wilstermann o Atlético Mineiro.
Cuando el
desequilibrio ofensivo no aparece, es necesario mantenerse en la lucha con
otras herramientas. Este River sabe de qué se trata. A la identidad histórica
del buen juego, Marcelo Gallardo le aportó la dosis indispensable de garra y
solidez con equipos muy fuertes durante su ciclo. Esta noche hubo una prueba de
ello porque al Más Grande le costó bastante contra Guaraní, aunque se levantó
en el momento de mayor dificultad para lograr la igualdad y sostener los dos
tantos de diferencia para meterse entre los ocho mejores del continente.
Tras el 2-0 en
Asunción, River supo que la distancia en el marcador global era muy positiva.
Sin embargo, nunca se confió por demás. De hecho, salió a atacar desde el
principio en un Monumental colmado, a la altura de las circunstancias. La
intensidad inicial no pudo traducirse en el resultado parcial porque faltó
definición en los metros finales. Luego de llegar sin suficiente oportunismo
para resolver en los últimos tramos, algunos remates tampoco alcanzaron cuando
Gonzalo Martínez, Lucas Alario e Ignacio Fernández buscaron el arco.
A pocos segundos de
que finalizara un primer tiempo sumamente friccionado, con pocos espacios y
veinte jugadores en menos de 50 metros durante buena parte del trámite, Guaraní
halló la ventaja de manera inesperada. Después de un tiro libre rechazado por
Nacho Fernández, Cristian Chávez aprovechó un envío cruzado para mandar un
centro que Germán Lux -seguro hasta entonces- no pudo despejar y permitió que
Marcelo Palau, de cabeza, abriera la cuenta para sorpresa de todos.
La situación se
tornó preocupante de cara al complemento e incluso existió el riesgo de que la
serie quedara igualada porque Chávez estuvo a punto de señalar el segundo gol
visitante. Falló por pocos centímetros y la reacción de River fue letal. Un
tiro de esquina ejecutado por el Pity desde la derecha provocó varios rebotes
hasta que Javier Pinola empujó la pelota para desatar el delirio de 60.000
hinchas. El alivio surgió en un contexto de nerviosismo e incertidumbre, teniendo
en cuenta que el conjunto paraguayo realmente generaba peligro.
A partir del 1-1,
River se tranquilizó. Jamás dejó de lado la intensidad, pero sí fue más
pensante en ataque, tomándose un instante para evaluar si era conveniente
intentar un pase filtrado, apostar a un centro o continuar con la posesión para
retroceder, limpiar el panorama y seguir avanzando. Así jugó con la
desesperación de un rival ordenado, veloz para contragolpear e inteligente para
inquietar. Pese a cierta cuota de sufrimiento, el Millonario consiguió su
objetivo, se clasificó a los cuartos de final y su mística copera continúa en
pie. Ahora aguarda por la revancha entre Atlético Mineiro (0) y Jorge
Wilstermann (1) para conocer a su próximo adversario de septiembre.
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