Que la noticia no tape la historia
Hoy abrimos cualquier "diario
del lunes" y en la página uno nos encontraremos con la noticia que en
cancha de San Lorenzo dejamos escapar un partido increíble, y que
indudablemente llevamos a cuestas ese dolor de saber que lo perdimos más por lo
que hicimos nosotros que por lo que hicieron ellos.
En la página dos
los titulares irán de la mano con la bronca de saber que quizás se nos escapó
el último tren para ir por el título. Porque, si bien es cierto que hay chances
y que no todo está perdido, contábamos con un margen de error milimétrico en la
recta final. Conociendo a este River podemos quedarnos tranquilos que dejarán
todo mientras haya una ventanita abierta, pero somos conscientes que dependemos
de muchos resultados.
La página tres
resaltará que la apuesta por Batalla quizás no salió como el Muñeco tenía
pensado. El pibe ha atajado buenos partidos, y nadie podrá negarlo, pero
lamentablemente cometió errores importantes y propios de su falta de maduración
en varios momentos decisivos de la temporada. En la página cuatro se podrá
evidenciar que la ausencia de cualquiera de los titulares que componen la
columna vertebral del equipo iba a ser todo lo terrible que suponíamos. En la
cinco que la lesión de Mora fue catastrófica, porque era nuestra gran carta en
el banco. Y en la seis que quedó claro que la gran mayoría del recambio
restante no ha podido estar a la altura de las circunstancias.
El contexto de
tragedia cuando nuestra mente repasa la actualidad en caliente es inevitable,
pero en este caso también me parece sumamente injusto quedarnos con una sola
parte del relato. Porque el River versión 2017 merece largamente un diario que
comience mucho antes en el tiempo y que sea leído hasta la última palabra de la
contratapa. Hace unos meses, después de aquel superclásico del Monumental,
nuestro Comandante Gallardo en su estado de WhatsApp sentenció la frase
"que la noticia no tape la historia". Hoy creo que debemos volver a
adoptarla como religión.
La historia dirá
que hace 70 días atrás estábamos lejos de soñar siquiera con estar entre los
primeros puestos para llegar a la próxima Libertadores, y que costaba imaginar
previo a ese partido en Colombia que el equipo estaba apto para empalmar varias
victorias seguidas que lo arrimen a una ilusión.
También dirá que,
si se escapa el torneo, fue porque River con su fútbol fantástico y esos 30
puntos sobre 39 conseguidos logró llegar a la mínima chance de tener una bala
en el cargador. Y que además llegamos a eso porque el puntero, que debió haber
definido la historia hace mucho, empezó a sentir la presión del único equipo
que durante la segunda parte del torneo supo jugar como un campeón.
También dirá que,
durante todo su proceso de aprendizaje, Batalla nunca tuvo a su lado un arquero
de pergaminos que pueda pelearle el puesto de verdad, porque el que trajeron sigue
inactivo y además cuenta con pocas calidades para ponerse nuestra camiseta. La
mejor manera de acompañar su crecimiento era con una competencia acorde en su
puesto. Y también dirá que el reemplazante natural de Ponzio hoy casi que no
existe, y que salvo Mayada, Palacios y Mora ninguno de los suplentes jugó bien
más de dos o tres partidos. Y que hay ilusión de pelear la Libertadores hasta
el final por el gran equipo titular que tenemos, pero habrá muchas piedras en
el camino para llegar bien lejos si no se ajustan estas tuercas en el armado
definitivo del plantel.
Si River termina en
puestos de copa 2018, después de ganar el clásico de manera categórica y
habiendo clasificado dos fechas antes a octavos de final, creo que habremos
completado un semestre espectacular, teniendo en cuenta el panorama que había a
mediados de marzo. No planteo ni pretendo llegar a una visión conformista,
porque a todos nos dolerá un poco haber estado tan cerca de la hazaña y quizás
no poder lograrla. Pero también digo que me parece ridículo caer en una
exigencia ciega que no analiza contextos y realidades, y es por todo eso que
llego a la conclusión que a este equipo de hombres y a este cuerpo técnico
maravilloso no hay nada para reprochar si la historia no termina con una vuelta
olímpica dentro de unas semanas.
Y además considero
que este River fue el que mejor jugó al fútbol de todos los que armó Gallardo,
aunque no se lleve ningún título. Porque supimos demostrar un nivel superlativo
partiendo desde una táctica y estrategia totalmente innovadora para lo que es
el fútbol argentino. Porque realmente disfrutamos de la rebeldía del equipo, el
sinfín de pases y la presión alta, la movilidad, la autoridad en todos lados, y
la calidad de los goles. Y, sobre todo, porque lo realmente importante se viene
después del sorteo del 14 de junio, en la búsqueda de esa Copa que nos desvela
y nos vuela la cabeza.
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