El partido del campeonato
Boca y River tienen un duelo
determinante en la carrera por el título, ponen a sus formaciones estelares y
piensan en atacarse. ¿Quién festeja: Guillermo o Gallardo?
El mejor del
campeonato contra el que se luce en la Copa. Uno de los mejores entrenadores de
la historia de River -el debate todavía está abierto- contra el que busca hacer
su propia historia en Boca. Las delanteras más voraces de Argentina y
probablemente de Sudamerica. Los goleadores que luchan por quedarse con su
propia competencia. Verticalidad frente a posesión. Cabuleros y escépticos,
coincidan: hoy se define el torneo.
Aunque Guillermo
Barros Schelotto, el líder de Boca, diga que los competidores son todos los que
están abajo, sabe que por jerarquía, juego y posibilidades el único que le
puede disputar la corona es River. La cuestión no es estadística (lleva siete
puntos de ventaja y los de Núñez tienen pendiente un partido visitando a
Atlético Tucumán), sino mental: el rival, dentro y fuera de la cancha, es el de
siempre. Y ni se le ocurre especular con un empate funcional porque el mayor
valor de un triunfo sería interno. Aunque Marcelo Gallardo, el líder de River,
intente sacarse responsabilidad y presión marcando que el candidato es Boca,
entiende que las chances están abiertas y por eso cuidó titulares en la
Libertadores en la previa del Súper. Obligado a ir por el premio mayor: si no
descuenta hoy, le deja el camino servido al actual puntero.
Tiene sabor a
revancha para Boca, porque salvo partidos puntuales o pasajes esporádicos la
historia reciente se inclina para el otro lado. Partidos como el de hoy
contribuyen a convertir al presente en pasado. Tiene sabor a revancha para
River. Porque los cuatro goles hace cinco meses en su casa todavía duelen.
Porque el Muñeco no le pudo ganar al Melli en los dos clásicos oficiales en los
que se han enfrentado. Se podrán hacer cien encuestas y todas indicarán lo
mismo: lo que menos quieren en Núñez es hacer feliz a La Boca.
Las charlas de
café, los eternos debates televisivos y los juegos periodísticos de los diarios
acerca de quién es el mejor del país tendrán descanso por un tiempo una vez que
el resultado esté puesto. “Que los demás hablen desde afuera. A las 17 se
desata la furia y se descubre la única verdad”, dice una voz autorizada de un
lado en clara coincidencia con lo que opinan desde el otro.
Barros Schelotto y
Gallardo son los líderes, dijimos. La cuestión espiritual se evidencia desde la
bajada de línea hasta en la incidencia directa en los partidos. La cuestión
futbolística se profundiza desde la partida y ausencia de quienes supieron ser
los ejes de juego hasta los últimos días de 2017: Carlos Tevez y Andrés
D’Alessandro dejaron vacíos de calidad imposibles de reemplazar por los que
quedaron.
Alguna vez alguien
dijo -con evidente conocimiento de causa- que los clásicos son partidos aparte,
sin explicar bien por qué. Ricardo Centurión e Ignacio Fernández suman
argumentos para lo que se ha convertido en una verdad incuestionable. En
condiciones lógicas ninguno podría estar ni a en el banco. Ambos fueron contra
la naturaleza para superar lesiones (esguince de rodilla el de Boca, desgarro
el de River) y poder estar presentes en el partido del campeonato. Se sabe: más
que con las piernas, estos partidos se juegan con el alma.
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