Para
la cervecita nomás
Las expectativas eran muy grandes.
Pero el rival trabajó el partido y lo complicó todo lo que pudo. Eso es lo
lindo del fútbol argentino: cualquiera plantea dificultades. Y cuando no da
para el champagne, una cervecita para el brindis también va.
Veníamos con el
entusiasmo muy arriba y tal vez por eso las expectativas eran grandes. Queríamos
ver a River mostrar el fútbol que viene jugando y tanto nos gusta. A veces
estos partidos son los más difíciles. Nos costó una media horita más o menos
meternos en el juego y de no haber sido por alguna falla en la definición
de ellos, algún cierre desesperado y hasta por Batalla se nos pudo haber
complicado todavía más. Tuvimos, como para alimentar las ilusiones, la
intención de la asociación, esa idea de ir escalando en la cancha con
triangulaciones que estéticamente son de fútbol europeo y que se pueden ver más
cuando el césped acompaña como acompañó ayer pese a la lluvia (notable mejoría
en ese aspecto). No estuvo fino Pity esta vez (para anotar, se fue aplaudido), jugó
demasiado retrasado Nacho, casi partiendo como un cuatro zurdo que se tira
hacia adentro, cosa que no parece tener mucho sentido cuando el rival te espera
en la puerta de su área con ocho jugadores: los que más saben tienen que hacer
la diferencia allá arriba y no en campo nuestro. Rojas siempre criterioso,
el más. Los laterales bajos otra vez y hasta Martínez Quarta arriesgando
de más en algún cruce. Cuando nos acomodamos daba la sensación que el gol
llegaba en cualquier momento pero no llegaba nunca y corríamos el riesgo de
entrar en la desesperación de los minutos finales, esa que no te deja pensar
bien la jugada. El Muñeco apeló a Mora y Morita, con esa fe que lo caracteriza,
nos dio el impulso para ganar el partido con los dos goles de Alario, el segundo
una joya del contraataque. Y listo. Era importante ganar. El equipo mantuvo la
propuesta, aunque esta vez no tuvo brillo. Lógicamente, el rival trabajó el
partido y lo complicó todo lo que pudo. Eso es lo lindo del fútbol argentino:
cualquiera plantea dificultades. Y cuando no da para el champagne, una
cervecita para el brindis también va.
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