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El niño bonito

El niño bonito


River lleva 15 años sin tener al goleador del torneo y Driussi quiere cortar la racha: es el máximo artillero del equipo y hoy va por más.
Dicen que cuando estás enfocado, cuando tenés entre ceja y ceja un objetivo claro y confiás profundamente en que vas a lograrlo, el universo se encarga de hacer el resto.
Sebastián Driussi puede ser un caso ejemplar para aseverar que la Ley de la Atracción no es sólo una cuestión filosófica sino que se puede reflejar en la realidad. Con hechos, con situaciones de la vida cotidiana. Porque seguramente en otro momento de su vida, todavía cuando no lograba hacer pie en River y era moneda de cambio en cada libro de pases, ese cachetazo de derecha que ensayó en el partido con Belgrano hubiese dado en el poste, el rebote le habría pegado en la trompa y luego la pelota se habría ido mansita al saque de arco. De ninguna manera hubiese pasado lo que pasó: poste, espalda del arquero y adentro. Un grito de carambola que muchos se lo adjudican en su cuenta personal ( Olé se lo dio en contra a Lucas Acosta) basados en que el mérito fue todo suyo. En fin, lo cierto es que el Gordo la metió porque come protones... Está de racha e irradia cargas positivas por todos lados: con 10 tantos es uno de los máximos artilleros del torneo y se permite soñar con cortar una sequía de 15 años que acarrea River sin tener en sus filas al goleador de un campeonato. ¿El último? Un tal Fernando Cavenaghi. Sí, buscará ser el niño bonito.
“Si hago las cosas bien será un beneficio para el equipo. Esa es la tarea que tenemos los delanteros, no otra”. Después de haberla remado tanto, es entendible que este joven de 21 años ya no piense como un pibe de Inferiores. De hecho, ya mostró su temperamento y personalidad cuando a mediados del año pasado desechó las chances de irse a préstamo a Huracán o Vélez porque en su cabeza tenía las cosas claras. Sabía lo que quería. Por eso hoy analiza el contexto y se ubica en un lugar en el que los flashes no lo encandilan (desde Europa lo están enfocando...). Al contrario, tiene la capacidad de ver con claridad y encauzar toda su energía en pos de un objetivo grupal por sobre lo personal. Y esta tarde ante Quilmes no será la excepción, porque intentará aportar lo suyo -goles- para que River sume la cuarta victoria consecutiva en el torneo y se siga acercando a lo que todos buscan: hacérsela difícil a Boca. Y también al resto de los que pujan por un lugar en la próxima Copa.
Por eso Gallardo pone el 11 que más lo identifica y evita apelar a la rotación. En definitiva, el Muñeco también piensa en atraer las buenas vibras.

El secreto de River...

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