Efecto
Rojas
La llegada del Chino movió las
piezas del mediocampo y desde su zurda se construye otro River. "El equipo
empezó a funcionar mejor", reconoce Gallardo, el DT que la abrió la puerta
al jugador que le maneja los hilos en la canchas.
Es verdad eso que
comenta y sostiene Marcelo Gallardo sobre que “el equipo comenzó a funcionar
mejor porque se empezó a encontrar y no es por el buen rendimiento de un solo
jugador”. Tan cierto como que esa sinergia que River fue encontrando con el
correr de los partidos tiene su epicentro en un lugar específico: en el
mediocampo. Y más allá de que siempre prefiera ponderar el conjunto por sobre
las piezas -sana decisión, por cierto-, está claro que la llegada de Ariel
Rojas tuvo una enorme injerencia en esa evolución que marca y resalta el
entrenador cada vez que tiene oportunidad de enfrentar los micrófonos. Desde
ese lugar de la cancha es que se pueden entender mejor todo el porqué de un
crecimiento futbolístico notable, palpable tanto en la cancha como en los
resultados: tres victorias consecutivas, con debut contundente de Copa
Libertadores incluido. Entonces, hablemos del efecto Rojas que se vive en
Núñez...
“Es un jugador que
entiende perfectamente lo que pretendemos en cuanto al juego, la búsqueda y el
manejo de los tiempos. Ha llegado y no ha tenido problemas de adaptación y eso
es fundamental”, explicó el Muñeco en referencia al aporte crucial que encontró
en el acople del Chino y que, en definitiva, le permitió ir moviendo la brújula
hasta encontrar el norte. Porque con el ex Cruz Azul asentado ya a la izquierda
de Leo Ponzio, a veces como doble cinco y otras más abierto sobre la banda (su
posición habitual en el primer ciclo en el club), River pudo soltarse partiendo
de la distribución precisa y la visión clara de juego con la que cuenta el 16.
Entonces ahí también entró en acción la nueva fórmula que implementó MG en la
formación y que le encontró la solución (¡por fin!) a ese Pity Martínez insulso
y apático que hacía agua por la izquierda para darle la bienvenida a un Pity
Martínez revulsivo y desequilibrante que desanda y rompe por la derecha, justo
en la zona donde había quedado un lugar vació desde la partida del Cabezón
D’Alessandro. Y ante ese panorama, la libertad de Nacho Fernández para transformarse
por momentos de enlace y enfocarse más en la creación que en la recuperación,
sin lugar a dudas es parte de ese “todo” del cual habla Gallardo.
Pero sobre lo que
tampoco hay discusión hoy es que el termómetro, como se dice, es Rojas. El
hombre de la pausa, el que permite dar el puntapié inicial a la jugada para que
la bocha salga limpia (vaya si le agradece Ponzio…) y así facilitarles el
trabajo a los volantes externos. En resumen, una de las patas de este equipo en
el que las posiciones no son estáticas, que va mutando según las vicisitudes
que se vayan presentando durante el partido. Sí, uno de los objetivos que
intenta achacar en cada entrenamiento el propio Gallardo y que va haciendo
mella en cada uno de sus futbolistas.
Por eso el Muñeco
celebra y tiene “buenas sensaciones” para lo que viene, “porque estamos
logrando tener una identificación en nuestra manera de jugar, y que los
jugadores se identifiquen con esa idea hace todo más fácil”. De hecho, el
propio Chino adhirió al pensamiento del entrenador luego de lo que fue el
despegue en Colombia y expresó que “percibo a un equipo que está madurando,
tratando de crecer día a día”. Incluso, se muestra feliz porque “este
funcionamiento me hace muy bien”. Y hasta se animó a encontrarle “un carácter similar
al primer River de Gallardo”. Sí, el mismo que ganó todo lo que se propuso y
marcó tendencia en Argentina y Sudamérica.
Por eso, ahora el
desafío que tiene por delante es sostener la idea en el tiempo. Y con el efecto
Rojas que ya se nota en el equipo, todo es posible.
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